sábado, 8 de mayo de 2010

EASY AMSTERDAM

Salís de tu departamento. Bajás los dos o tres pisos por escaleras de escalones angostos que te hacen pensar que la gente hace unos siglos no calzaba más de 32. Tomás por la vereda rumbo al coffee shop más próximo que no va a estar a más de 1 ó 2 cuadras. Esquivando bicicletas a lo loco, el tran y algún auto llegás y el holandés atrás del mostrador te recibe con una sonrisa. Te conoce. Le comprás seguido. Los diálogos son buena onda aún luchando con el idioma inglés, que ellos lo hablan todos y uno que lo chamuya como puede.
Su menú tiene 10 variedades de marihuana y 6 de hash. De 7,5 euros el gramo (White Widow), pasando por 12 euros (Jack Herer) a las bombas de 22 euros (variedades genéticas).
Pueden tener hasta medio kilo entre todas la variedades en su local. No más. Así lo marca la legislación y no más de 5 gramos por persona para andar por la calle. Lejos de un incordio, te obliga a hacer más de un viaje al coffee shop, caminar es salud. El gobierno holandés controla a los productores autorizados y penaliza las plantaciones para fines comerciales clandestinas. Cobra impuestos a los productores y a los coffee shops. Además recauda con el turismo fumeta. Los trenes de alta velocidad traen desde las principales ciudades europeas legiones de fumadores de cannabis y comedores de hongos y peyote los viernes para llevárselos dados vuelta como medias los domingos a la tardecita.
Los coffee shops cierran a la 1:30 hs. Es lo único que hay que tener en cuenta, además de lo de llevar cash, no se vende con tarjeta.
Y si cuando vas no tenés ganas de andar armando y eso que tenés smart shops donde te venden papel, moledoras, pipas de agua y todo lo que necesites, o porque te lo querés fumar al toque, tomando un cafecito en una mesa dentro o en la vereda (en verano, claro) te comprás a 3,5 euros un fasulo armado, en blister, con sello de marca.
Y listo. Esas son todas las consideraciones para fumar marihuana en Amsterdam. Todos contentos. Todos ganan dinero, menos uno, el que compra, que gana lo que fue a buscar. Negocio sin crímenes asociados. Control sanitario del producto, control de abonos y plaguicidas usados, venta controlada en peso y ganancia impositiva. Una ciudad repleta de fumados, consumiendo en bares y supermercados comida salada y dulce a puro bajón, con miles de holandeses esquivándolos a toda velocidad en sus bicicletas hablando por celular.
Acá se anda de los que hay, de paraguayas mal habidas, siempre con el culo en la mano, tirando desodorantes de ambientes, mirando de reojo al patrullero.
En un tiempo la princesa Máxima será reina. Buena ocasión para volver al paraíso y participar de semejante acontecimiento. Hay que juntar cash. Espero que Aníbal se ponga al día con lo mío. Capaz que se prende y ya que está comprueba in situ la legislación holandesa.

1 comentario:

vodka dijo...

convide che genetic. Y que mi familia no se entere, ja.