viernes, 23 de julio de 2010

España: A Garzón lo destituyeron pero los huesos siguen saliendo


Menasalbas, en este pueblo español vieron la luz los restos de 17 republicanos que al retornar a su pueblo derrotados al finalizar la Guerra Civil. Los fusilaron sus propios vecinos, con los que compartían charlas y veredas antes del conflicto. 


Un atenuante de la sociedad española y su conflicto con la memoria es que en el caso de España tiene ese plus de dificultad. La victoria de Franco significó el ajuste de cuentas entre falangistas victoriosos y advenedizos de último minuto, con impunidad directa del mismo nuevo Estado, y republicanos derrotados, todos vecinos de los mismos pueblos. 

La represión en la derrota sucedió en forma transversal en la sociedad española, con entregas, delaciones, asesinatos, torturas, fusilamientos más allá del enorme aparato represivo que le cayó a la gente encima cuando Franco ya afianzado en el poder tiró los perros de la Segunda Bis a la calle.

Con el tiempo no sólo los republicanos sentían el rigor, todo el pueblo español pasaba a ser sospechoso. Cualquier desviación de las medidas de racionamiento de alimentos en un comercio significaba cárcel y cierre del negocio, por más franquista que haya sido el dueño del negocio durante la guerra. En esos casos era clave la delación de los clientes del negocio. Fue poder crudo, como el de Stalin. 


Es bastante común ver en paredes de iglesias o castillos que coronan algunos pueblos españoles agujeros de bala de los fusilamientos locales. Sólo se dejaba señalado que allí se habían fusilados a unos rojos. 

El vecino de toda la vida pasó a ser un rojo, sacándole la entidad de vecino y de ser humano también, de allí la libertad de espíritu para arrancarles las uñas con tenazas unas horas antes de fusilarlos sin faltar un domingo a misa. Enterrarlos en fosas comunes, sin señalar los sitios, poniéndolos boca abajo era la última declaración de ajenitud hacia sus antiguos vecinos. La iglesia ponía en los rojos la demonización adecuada, los corderos de Dios hacían el resto.

Gran paradoja que ahora los mismos sostengan la teoría de los dos demonios, cuando siempre señalaron a uno sólo, los rojos. La chance de esa teoría de todos modos se pincha en 1939. Hasta 1975, 36 años de tiranía y terror unilateral, hasta el 2010, 71 años convirtiéndose en sociedad de avestruces cuando nombran al pasado. 

Da esperanzas ver pibes tan jóvenes en las tareas arqueológicas. Muchos son latinoamericanos que ya estuvieron haciendo este trabajo en sus países, incluso con padres desaparecidos, buscando restos de otros desaparecidos como piezas de un rompecabezas. Fueron a España con la cuestión de la memoria y verdad corriendo por sus venas y enquistado hacia el futuro en sus ADN. Allí comparten eso todos los días con sus compañeros españoles. Es un giro bastante mágico en la tragedia. 

La palabra "desaparecidos" se hizo mundial a partir de la tragedia argentina. ¿Por qué no se hizo mundial a partir de la tragedia de los padres de la lengua? Si pudiéramos reunir toda la gente mayor de 60 años que no tiene idea dónde están los restos de sus seres queridos en España sobrarían motivos para que "desaparecidos" sonara varias décadas antes que la del '70.

Los arqueólogos paran en casas de familia. A los que no son españoles algunas actitudes los toman por sorpresa. Es que hay parientes de los enterrados pero también parientes de los que los torturaron y fusilaron. Esa es la trama intrincada en la lucha por la memoria. 

Pero la verdad resiste los pactos, los de Moncloa o de cualquier otro, sobre todo con fosas comunes a flor de tierra. La fosa de Menasalba sólo tenía algunos centímetros de tierra encima. Faltan algunos huesos llevados por esos perros que se habrán ido a servir de los restos apenas se alejaron los hombres con sus palas tan poco laboriosas.

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