lunes, 23 de agosto de 2010

PAKISTÁN: A morirse de hambre pero con tolerancia


Cuando era pibe y no comía todo lo del plato, dejando "los mejor del bife" según mi vieja, la frase siguiente era "en Biafra come una familia con lo que vos dejás".

Biafra fue mi primera referencia de una hambruna masiva. Hoy Pakistán va camino a una hambruna bíblica.

La reacción internacional es tardía y escasa. Rozitchner diría en el twitter: "Los haitíanos me caen más simpáticos que los pakistaníes, después del terremoto me di cuenta que los quería"

Según El País de España a la comunidad internacional le preocupan los brotes intolerantes. Esa comunidad internacional, para entenderla como tal, es práctico reducirla a los miembros del club Bilderberg.


Porque lo que temen es que después de esta catástrofe, y de un estado de cosas existente en Pakistán que va más allá de las inundaciones, surja la intolerancia, la intolerancia a ser esquilmados por las corporaciones multinacionales, a que Occidente pretenda arrasar con su cultura que es anterior a que Occidente exista, que haya bases militares de EEUU en Pakistán cuando aviones no tripulados manejados desde Afganistán matan a pakistaníes en Pakistán.

Por esas cositas que suele hacer el Occidente imperial todo el tiempo.

Mientras las panzas pakistaníes se llenan de escuerzos gritones que las muerden impiadosos la comunidad internacional, los garcas de siempre, están atentos a que los intolerantes no se unan, no construyan un país para los pakistaníes a su modo, el pakistaní.

Y cuando uno empieza a ver la lista de enemigos de esa comunidad internacional termina simpatizando con todos ellos, aunque castren, lapiden, circunciden, apredeen, tiren zapatos o toquen la vuvuzela, se vistan con túnicas o anden en pelotas.

Es que no se me ocurre a qué periodo de la Historia de la Humanidad podemos remitirnos para semejante acumulación de riquezas de parte de individuos que no ocupan cargos gubernamentales. Uno repasa y salta primero María Antonieta, los perros de Versalles comiendo carne y el pueblo tras las rejas cagado de hambre. Pero María Antonieta no era la dueña de un grupo económico, no era la dueña de L'Oreal, era la esposa del rey de Francia.

Los dueños de las corporaciones hoy viven en los mismos castillos que la nobleza de los tiempos de María Antonieta solía vivir. Como no alcanzan para todos hoy hay mansiones que no se llaman castillos porque su modernidad les aleja del pedigree pero en nada referido a sus metros cuadrados. Los hay con torres y guardias armados, barrera de láseres, perros hijos de putas y si no tienen fosos con cocodrilos es para evitar quilombos con Greenpeace. Esas excentricidades son para las mansiones de los narcos, que se pasan a Greenpeace por el medio del ojete.

A esos antiguos hogares de los guillotinados de la Revolución Francesa llegan hoy los CEOs, presidentes de corporetas, preocupados por si la nueva mina a cielo abierto ya concedida por 267 años por el gobierno militar de Pakistán y que por fin está produciendo, embarcando todo el mineral hacia EEUU, China, Francia, España, Corea y Alemania, caiga en manos de pakistaníes intolerantes.

¡HORROR!

Pero el club de Bilderberg no se reunió al pedo, ya Pakistán era un polvorín para esa fecha y el explosivo se hizo más inestable al mojarse. Para realizar un ataque nuclear a Pakistán no se necesita mucha campaña mediática con todos los diarios occidentales trabajando en la dirección de Bilderberg, ni mentir en demasía. Pakistán tiene misiles nucleares. Cualquier gobierno popular que surja en Pakistán después que bajen las aguas, si responde a los cánones de Occidente respecto a que sea un gobierno "populista", está frito, con aceite a millones de grados.

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