lunes, 1 de noviembre de 2010

El aguante a Cristina significa aprender a vivir con menos boludeces

Si el escenario a futuro tiene a EEUU y Europa sumergidos en sus respectivos 2001, que aún no les llegó, deberíamos pensar que desaparecerán de las góndolas de sus supermercados los limones de Tucumán, los dátiles de Israel, las naranjas de Argelia. Serán lujos para ricos nomás.

China está en camino de reemplazarlos en esas demandas, pero en el mientras tanto hay que pensar que una diarrea en el norte difícilmente no nos salpique de caca.

Es de esperar en esos días a los consumidores histéricos de nuestro país diciendo que este es un país de mierda por no poder comprarse el último modelo de televisor, porque si algo vamos a tener que evitar es importar zonceras para mantener la balanza comercial y poder ayudar a los trabajadores de los sectores que sientan la caída de las exportaciones.

No necesariamente el modelo nacional y popular atravesará tiempos de crecimientos, habrá mesetas y valles. Serán vaivenes, que no nos vengan con derrotas. 


La crisis del 2001 para muchos fue no comprarse el último celular, a la mayoría de los que el corralito les dejó la guita adentro tenían ahorros, no eran pobres y había que tener suerte para no ser pobres a fines de los '90. De ahí la clase media se dividió en dos, los que comprendieron y los que en cuanto pudieron comprarse de nuevo el último celular les empezó a molestar el piquete.

El bienestar kirchnerista es una cosa que a los garcas no les sirve. Porque no es tener lo último, es que todos coman. La pregunta es: ¿Estaríamos dispuestos a vivir de cosas más simples?

Cuando el garca dice que quieren hacer otra Cuba, te lo dice desde su fábrica, mirando los números de su campo, todo instalado en un país llenos de recursos e infraestructura y no en una isla de limitados recursos naturales y además embargada durante 50 años. Si los cubanos pueden vivir en esa Cuba  asediada y además recibir educación y salud, aunque nos hagan un muro en la frontera, aún quisiendo, no pasaríamos las penurias a las que se somete al pueblo cubano con el embargo. 

Cuanto menos necesitemos del exterior más libres seremos. Saciemos el casi ineludible consumismo comprando argentino. Es como no deberle nada a nadie que no sea del corazón. Pero se trata entonces de aprender a vivir con poco y no en la frustración permanente de no poder conseguir todos los espejitos de colores tecnológicos que nos cambian de color 10 veces al año. Esto hay que decírselo a los pibes, sometidos al bombardeo de publicidades omnipresentes y en el descontrolado uso de todos los recursos posibles, subliminales, con golpes bajos, al que los menores en este país no tienen ninguna protección.

Cuando un pibe sale de su casa de Caballito con sus Nike de medio millón y levanta la vista, ve el mismo cartel publicitario que observa el pibe que está limpiando los parabrisas en el semáforo. El marketing es el arma más perversa de la globalización.

Así como la realidad no era lo que contaba Clarín, la vida no necesita tantas cosas como dicen los publicistas. Las cosas que hay que tener son las que viste estos días en la Plaza.

2 comentarios:

gem dijo...

gracias CHE, fantastico post, lo paso a la gente amiga que todavia no lee blogs, puedo no? gracias 1.000

Che Genetic dijo...

Claro! Está para eso.