¿A quién culpar sino a la ONU? Las Naciones Unidas no detuvieron el desembarco de miles de marines de los EEUU que vaya a saber donde estuvieron antes. Tampoco manejó con criterio las nacionalidades de las tropas que enviaba, que deberían haber sido siempre de la región.
Si bien hay brasileños y argentinos, también hubo pakistaníes y hay nepaleses. Es que los nepaleses están para eso, parece, de allí salen los gurkhas. Entre el Imperio Británico y la ONU se la pasaron viajando durante los siglos XIX y XX y parece que continúan en el XXI.
Gurkhas al servicio del Imperio Británico en 1857
Gurkhas en la Primera Guerra Mundial
(Gallípoli)
Gurkhas en la Segunda Guerra Mundial
Ahora la ligan los soldados, como siempre se llevarán la peor parte, como se la venían llevando hasta ahora, aún aquellos que lograron, como los argentinos, conectarse amistosamente con los haitianos, a diferencia de los brasileños, a los que los haitianos miran cruzados. Cuestión de funciones. La misión argentina está más ligada a la asistencia de salud y la misión brasileña es el mantenimiento del orden público.
Gurkhas en Malvinas, 1982
La ONU por las dudas reforzó Haití con Gurkhas, perros de la guerra sobre una población castigada por los imperios desde su atrevida independencia.
Gurkhas en Afganistán
Nostalgias imperiales en la revista real
Cómo no ser culpa de la ONU si por cada uno de esos soldados que deben lidiar en un país sin estado hay unos cien burócratas en las oficinas y por cada kilo de arroz se van miles y miles de dólares de viajes y gastos de representación.
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