Desde el asunto de las torres gemelas leer que hubo un atentado en Asia y que atrás de eso estuvo Al Qaeda es rutina. Raro que sea titular principal cuando sucede, por más docenas de muertos que requiera. Al Qaeda es un comodín que sirve para completar cualquier mano. Acá Musharraf, por las dudas, agregaba a la India.
La familia Bush y la familia Bin Laden hacían negocios juntos. Parece que terminaron mal la relación. Bin Laden se convirtió en el fantasma Gasparín y aparece cuando sus enemigos más lo necesitan en forma de cassette. Bush tenía a quien culpar en medio del shock colectivo mientras las torres caían en forma controlada.
Era sólo una cuestión de negocios, como el atentado en Karachi del 8 de mayo del 2002, negocios de Francia con Pakistán. En los '90 le vendió submarinos pero parece que se quedó con los sobres prometidos a ciertos militares pakistaníes. Otra relación que terminó mal.
Los militares hicieron volar el micro en que viajaban técnicos franceses enviados para el montaje de los submarinos en el puerto de Karachi, tres días después de la reelección de Chirac como Presidente de Francia. Se cobraron la comisión desparramando carne francesa por toda la cuadra.
"Posición valiente contra el terrorismo internacional", decía Musharraf, cómodo eufemismo para describir un ajuste de cuentas al estilo de cualquier cartel del narcotráfico.
En estos días la cosa se destapa y sale a la luz que parte de ese dinero se usó para campañas electorales, tema que salpica a Sarkozy como ex ministro, que a esta altura, ya Presidente, está empapado de todo lo que lo moja.
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