lunes, 27 de diciembre de 2010

Batalla de Carmen de Patagones: Un neoyorquino en la flota del Almirante Brown



Durante la guerra con el Imperio del Brasil, Carmen de Patagones era un puerto corsario de donde salían las naves en sus raids de abordajes. Dados los daños que producían se envió una flota poderosa que a todas luces debía barrer fácilmente con el problema.

Tan sólo el capitán francés Francisco Fourmantin con el bergantín Lavalleja capturó 40 naves llevadas a Carmen de Patagones.
 
Carmen de Patagones era una ciudad aislada por tierra, su comunicación con Buenos Aires era por mar. Sus defensas eran pobres y la población estaba compuesta en su mayoría por inmigrantes recientes con poco arraigo y menos ganas de defenderla. Venían de Asturias, León, Galicia y de la zona de Maragatería. De allí el mombre de maragatos a los nacidos en Carmen de Patagones.

Ante la experiencia de un primer intento de invasión en 1825  se pidió ayuda a Buenos Aires, quien respondió como casi siempre: arréglenselas como puedan. Agregando con cinismo que usen a los indios de la zona.

La defensa estuvo a cargo del Coronel Martín Paulino Lacarra. A sus órdenes se destacaron el juez de paz Fernando Máximo Alfaro y el subteniente Sebastián Olivera.

Pusieron manos a la obra para contar con una milicia lo más numerosa posible. Se reclutaron a muchos negros rescatados por Fourmantin de barcos negreros que intentaban llegar desde Africa con sus esclavos a Brasil. Lo que siempre falta en los libros de Historia es lo fino. ¿Cómo se harían entender esos oficiales argentinos con esos africanos arrancados de sus territorios y varados en la inhóspita costa patagónica? Habrá sido a los golpes porque Lacarra fue culpado luego de indolente.

La desembocadura del Río Negro no era de fácil navegación. Predominaban los bancos de arena. Allí encallados, decidirían invadir el territorio a pie desde la costa. Hoy lo que se ve desde el aire como sembradíos, era monte espinoso, alpataco de púas inmensas, que enganchaban los uniformes hasta dejar a los extenuados infantes inmovilizados, pisando terrenos arenosos, perdidos por momentos de la dirección correcta, mal guiados, lejos de las fuentes de agua, comiendo carne salada, durante 25 km, un 7 de marzo de 1827 al sol.

Los oficiales brasileños, dignos de un ejército imperial como se decían, eran transportados en los hombros de sus soldados. Buenos blancos. Tal vez por eso el primero en caer fue James Shepherd, comandante de los brasileros, un escocés de la flota del pirata Cochrane durante la campaña al Perú de San Martín.

Cuando llegaron al Cerro de la Caballada, a 15 cuadras del casco histórico de Carmen de Patagones, hoy la urbanización llega a sus pies, extenuados y sedientos, fueron atacados por todas partes.  

 Distancia del casco histórico (arriba izq.) al cerro (abajo der.)

Sebastían Lacarra y el gaucho José Luis Molina, de mala fama pero a la hora de poner huevos estaba con su tropa lista, indios y gauchos, los Tragas, les producían bajas desde todas direcciones, desde cargas de caballería a ataques rápidos de guerrilla, volviéndose ocultar en los montes.  Por si fuera poco incendiaban los pastizales alrededor de los invasores.
 
 Cerro de la Caballada

A esa altura muchos inmigrantes reticentes habían decidido tomar las armas y defender lo que todavía hasta ese momento no sentían como suyo.

El tesorero de la ciudad era el padre de Bartolomé Mitre. Hubo más gloria esos días alrededor de su padre que toda la que quiso y no pudo tener Bartolomé a costa de miles de soldados argentinos muertos por sus ignorancia nata en lo militar.

Luego de una tremenda paliza los brasileños trataron de volver a sus barcos. Era tarde, todos habían sido capturados por los corsarios al servicio de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Unos 170 entre ingleses y estadounidenses, 70 franceses y otro tanto latinoamericanos, todos al mando del galés Santiago Jorge Bynnon. 

La corbeta Itaparica, poderosa nave de guerra para la época, fue abordada, su pabellón arriado y la bandera argentina izada por un neoyorquino que debería tener más que una corta calle del barrio de Caballito como homenaje. Por lo menos una larga como la calle Bartolomé Mitre, no sé si...

Hijo de un ingeniero naval que luchó embarcado durante la guerra de la independencia de los EEUU, Juan Bautista Thorne llegó con 18 años a Buenos Aires y a los 19 era guardiamarina de la flota de Brown. Luego de su acto en la Itaparica fue ascendido a capitán del bergantín Patagones. Diez meses después caería herido y derrotado ante una fuerza naval varias veces superior, quedando prisionero en Río de Janeiro hasta el fin del conflicto.

Vuelto a Buenos Aires se embarca con Brown en la campaña contra Lavalle y López Jordán al mando del bergantín República.

Vuelve a Carmen de Patagones en 1833, convertida en base de operaciones navales para las acciones sobre los ríos Negro y Colorado para la campaña al desierto de Rosas. Exploró este último y al siguiente año llegó hasta donde hoy está Río Gallegos, haciendo patria con la intención de fijar un puerto en la zona.

Como antecedente directo de la Vuelta de Obligado en 1845, en octubre de 1838 lo franceses atacaron la isla Martín García con la tecnología más novedosa en poder naval. Allí estaban Costas, Thorne y 100 gauchos. Fue tal el coraje, que los franceses en reconocimiento los mandaron a Buenos Aires en lugar de quedar prisioneros, guerras eran las de antes.

Bajo el mando del gobernador enterriano Pascual Echagüe fue jefe de artillería en la victoria de Pago Largo contra Berón de Astrada en 1839.  Fue gravemente herido en la batalla de Cagancha, en Uruguay. Siempre como comandante de artillería en tierra participó en 1840 de los combates contra Lavalle en San Cristóbal y Sauce Grande y sufrió la derrota en Caaguazú a manos del general Paz.

Llegado Urquiza al poder en Entre Ríos, olfateó bosta y volvió a Buenos Aires, donde se incorporó a la flota federal de Guillermo Brown. Se entreveró varias veces con Giuseppe Garibaldi, el que tiene un monumento frente a la Sociedad Rural en el barrio de Palermo, impidiendo el paso de refuerzos desde Montevideo a Corrientes.

Fue el jefe de las baterías patrias en el campo de la gloria de la Vuelta de Obligado. Recibió una explosión de granada cerca de su oído dejándolo sordo. Ante la preocupación de la tropa que vio el estallido su respuesta fue: no pasa nada.

Fue el genial artillero que dispuso un año después las baterías en Punta del Quebracho, hoy Puerto San Martín, Santa Fe,  para recibir a la flota que se había abierto paso en la Vuelta de Obligado. Cargados de mercancías recibieron un fuego preciso y apocalíptico desde cañones que harían reír a los artilleros ingleses. Allí fue herido en el hombro.

Para la batalla de Caseros fue dado de baja. Se unió a las fuerzas de Hilario Lagos, la resistencia rosista contaba con una fuerza naval al mando de un compatriota de Thorne, John Coe, dispuesta a bloquear Buenos Aires. Pero el comerciante, hoy diríamos empresario, Juan Bautista Peña, hoy el nombre de una escuela del estado en Capital, sobornó a Coe quien entregó la flota a Buenos Aires.

Thorne fue degradado en forma pública y vuelto a dar de baja.

Consiguió una capitanía de un mercante con el cual fue a la India varias veces. Como trabajo adicional hacía peritajes navales en ese país que lo retenían fuera de Argentina, país al que decidió volver para establecerse definitivamente. 

Con la amnistía de 1868 recuperó el grado de coronel pero no tendría otra nave a cargo. Murió en 1885 a los 78 años de una vida intensa. Si quieren rendirle honores a este neoyorquino héroe nacional sus restos descansan en el Cementerio Británico de Buenos Aires.

La batalla de Carmen de Patagones fue una victoria aplastante contra todo pronóstico. Como siempre, olvidadas pero presentes estuvieron las mujeres. Vestidas como milicianos, con palos y gorros rojos, lideradas por Eustaquia Miguel de Rial, se formaron a una distancia prudente para ser confundidas como tropas de refuerzo.

Aquí algunas cifras:

Sobre el Cerro de la Caballada, sobre la sangre vertida, se erige el monumento que recuerda los hechos; algunas de las banderas capturadas están en la iglesia de la Virgen del Carmen:


Cuando pasen cerca no dejen de visitar el lugar. Carmen de Patagones fue olvidada por todos los gobiernos, civiles y militares, radicales y peronistas a tener los mismos derechos que el resto de las ciudades de la Patagonia al sur del río Colorado. Al pertenecer a la Provincia de Buenos Aires, no se la consideraba Patagonia, cruel injusticia para la que fue nuestra ciudad más austral por más de un siglo. Pero como estos años son de restauración, en el 2005 al fin obtuvieron lo que la Historia demandaba.

Carmen de Patagones hoy:


No hay comentarios: