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Las crisis en los países árabes ya no pueden ser intervenidas por Occidente. No es más aquello como en Irán en los '50 cuando un Primer Ministro elegido por el pueblo es volteado por el MI5 y la CIA a pedido de BP al pretender nacionalizar el petróleo. Occidente no tiene los ejércitos suficientes para cubrir un estallido social en cada país árabe. No le alcanzan los soldados. Además, el papelón de Afganistán, una guerra que pasó la década y lo desprolijo del virreinato de Irak, deja claro que a Occidente esa tarea le queda grande.
Ningún país de Europa o los EEUU mismo quería cambios en Túnez, como no los quiere en Egipto, pero sí en Irán. Poco les importa si Ben Ali hacía 23 años que estaba en el poder o los 30 que está Mubarak. Nunca hablan de esas perpetuidades en el poder, pero llenan páginas en sus medios corporativos para mostarnos a un Chávez que pretende ser reelegido por votos. Se vio claro en el caso de Uribe, dos países fronterizos, en los que sus presidentes intentaron modificar la carta magna para poder ser reelegidos. Nunca vimos en esos medios las palabras perpetuar y Uribe en el mismo párrafo. ¿Con Chávez? Para hacer dulce.
¿Qué opinión pública árabe vería con agrado que Occidente le saque algún dictador a costa de sufrir lo que sufrieron y sufren Irak y Afganistán?
Pero hay un país que tiene muchos soldados, China. Pero además tiene para darle al mundo árabe algo que Occidente nunca considera en darle, puestos de trabajo, integrarlos a su economía y necesidades. Si se largó a hacerlo en algunos países africanos de raza negra, con lo difícil que siempre fue para Occidente cuando se los quiso ponerlos en caja, los árabes, tremendos comerciantes como los chinos, sólo pueden mejorar la experiencia.
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