Neocolonialismo en estado puro es lo de Francia en Costa de Marfil. Los marfileños no terminan de pagar el cánon de su francofonía. Las fuerzas armadas francesas bajo el manto de una ONU manejada a antojo por los países neocolonialistas participan en la remoción del poder de Gbagbo, que se ató al sillón.
Cuando Ouattara acceda al poder poco se podrá esperar de un ex (¿Se deja de serlo?) funcionario del FMI y que a la hora del machete no pierde lo tribal. Todo sea por asegurar la provisión para que el ciudadano francés no pierda el gusto por el cacao al 85%. Sin dudas que eso es chocolate amargo.
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