Cuando los mandos de la OTAN exultantes con la victoria en Libia confesaron que los corresponsales de las grandes cadenas que transmitían desde el hotel Rixos en Trípoli habían pasado información táctica a la OTAN se cruzó la delgada línea roja.
Corresponsales devenidos en empleados corporativos cumpliendo órdenes a gusto barrieron con la clave del corresponsal de guerra, su inmunidad a partir de no tomar partido. No habría que esperar mucha clemencia en los conflictos por venir.
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