El robo de arqueología y arte es una constante en los ejércitos de ocupación. La propaganda aliada en 1945 lo mostraba como algo propio y exclusivo de los nazis en documentales que se veían en cines del París liberado cerca del obelisco egipcio de la plaza Concorde o de las colecciones funerarias del Nilo en Londres. Para 1946 mucha arqueología y arte europea adornaba salas en EEUU.
Viendo el museo en Irak luego de la caída de Bagdad no sería raro que los nazis hayan sido más cuidadosos en su saqueo que las huestes de Bush.
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