Jóvenes árabes de barrios pobres de Europa, África del Norte y Medio Oriente tienen una salida laboral, mercenarios en Siria. Los euros y dólares prometidos impulsan participar en la supuesta yihad. Los entrenan en Libia, rápido, porque la máquina pide carne. La mandan fresca, en avión, a Turquía y Jordania. Apenas llegan los suben a transportes terrestres y al frente impreciso de la guerra de invasión a Siria abastecida por la OTAN.
Los recluta la agencia de la OTAN que llaman Al Qaeda. En Túnez ya hay movimientos de madres que piden por sus hijos al Poder Judicial. Se calculan unos 6.000 jóvenes tunecinos idos a quemarse en la hoguera. Las economías domésticas en bancarrota en Irak, Libia, Túnez y Egipto garantizan el flujo.
Algunos deben pensar seriamente que están en una yihad y en realidad es una Cruzada bien occidental. Muchos leen la prensa europea y de EEUU. Allí se informan. Le creen todo. Nadie les avisa que las cadenas globales están en campaña militar con la OTAN y ya conquistaron Irak, Afganistán, Costa de Marfil, Libia, Malí y van por Venezuela. Leyeron algo de una primavera, un eufemismo que quedará en los libros de Historia, y fueron usados como contrarevolucionarios del panarabismo.
La OTAN mezcló a estos jóvenes con verdaderas bandas criminales.
La mayoría de los veteranos, los de la guerra de Irak, los que hacían las tareas de remate de lo que dejaba vivo la OTAN en Libia, fueron muriendo uno tras otro en esto último año de combates en Siria. El gobierno expuso sus cadáveres en fotos con los documentos personales sobre el pecho y mostró que los "rebeldes" sirios son una legión extranjera árabe que a diferencia de la francesa carece de disciplina y entrenamiento.
Gritan exaltados, las metanfetaminas es parte de la famosa "ayuda no letal" que se reparte en Turquía y Jordania. Tiran y vuelven a asomarse. Vuelven a disparar desde la misma posición. Un regalo, una invitación para cualquier director de tiro con prismáticos.
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