Debajo de la ciudad de Corsham, a 100 metros de profundidad, funcionó desde fines de los años '50 un enorme bunker con más de 60 km de caminos internos para albergar al gobierno inglés en un total de 4.000 funcionarios en caso de un ataque nuclear, poniéndolos a salvo mientras el resto de los londinenses se evaporaban.
Contaba con depósitos de víveres suficientes para tres meses sin salir a la superficie. Su nombre en código era Burlington y de tan secreto muchos funcionarios que terminarían allí en caso de ataque nuclear no sabían de su existencia. Tampoco los habitantes de Corsham que vivían 100 metros por encima. Contaba con un estudio de la BBC para que el Primer Ministro pueda dirigir discursos a la nación, cuyos habitantes probablemente estarían reducidos a cenizas o con cánceres terminales.
Nunca se utilizó y se mantuvo activo hasta 1991. Luego se lo conservó en un mínimo de mantenimiento hasta que se lo dio de baja.
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