Durante el golpe de Honduras, cuando Zelaya logró colarse en la Embajada de Brasil, apareció en escena un nuevo aparato de tortura, el cañón sónico. No existía en la Honduras que gobernaba Zelaya, apareció después, enviado por el gobierno de Israel, siempre del lado de los golpistas en Latinoamérica, siendo proveedor de armas de las dictaduras latinoamericanas bajo embargo de Jimmy Carter.
Tal vez por la urgencia y el poco tiempo los soldados hondureños necesitaron del hombre blanco para operarlo y sólo lo observan apuntar durante horas un sonido de frecuencia insoportable sobre Zelaya, el personal diplomático brasileño y el resto de los ciudadanos que se encontraban cerca.
Es tortura tecnológica que ya está presta para las protestas sociales en EEUU, junto al cañón de calor, un chorro de microondas sobre la gente.
Durante el golpe en Honduras el ejército y la policía actuó a cara descubierta. La necesidad del pasamontaña dice muchas cosas.
Ya en 1988 EEUU usó el PSYOP como lo llaman contra Noriega refugiado en la Nunciatura de Vaticano en Panamá, equivalente a una embajada. Heavy Metal a altísimo volumen día y noche.
Y si seguimos para atrás llegaríamos a las trompetas de Jericó. La injerencia israelí en Latinoamérica no se trata del negocio de venta de armas. No es sólo una cuestión de negocios. Es ideológico y siempre de derecha.
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