Cuando en 1973 las tropas de EEUU se fueron de Vietnam dejaban atrás a muchos cautivos en Laos y Vietnam del Norte. Nixon no estaba en condiciones de hacer mucho al respecto, la opinión pública en EEUU no quería saber nada de Vietnam, querían dar vuelta la página.
Claro que estaban los familiares de esos desaparecidos. Algunas era esposas de altos oficiales, pilotos derribados en el norte.
Había gran cantidad de testimonios sobre la presencia de hombres blancos en los campos de cautiverio, pero no había pruebas concretas. Los franceses después de la batalla de Dien Bien Phu donde cayeron prisioneros más de 9.500 hombres negocio durante años la liberación de cautivos y restos en forma secreta, transfiriendo grandes sumas de dinero disfrazadas de partidas humanitarias.
EEUU en cambio se negó a cualquier tipo de pago. Los vietnamitas hicieron una oferta, por 4.000 millones de dólares se solucionaba todo. George Bush padre fue testigo de esto. Al momento de ser electo presidente aún quedaban hombres en Vietnam para repatriar, pero sus votantes nunca se enteraron de la oferta vietnamita de la cual Bush fue parte de la decisión de su rechazo.
Tanto Gerald Ford como Carter decidieron quitar apoyo a cualquier emprendimiento de búsqueda. Reagan usó el tema para su campaña electoral y en sus primeros días de gobierno le dio un nuevo impulso a la búsqueda que se fue diluyendo rápidamente. La DIA, organización compuesta por funcionarios y familiares de los desaparecidos en combate, a la que alguna vez le habían dado oficinas, líneas telefónicas y personal, fue abandonada a su suerte.
Hubo misiones de búsqueda en Laos, a cargo de ex boinas verdes como James Gritz y financiadas por colectas y filántropos pero ninguna prosperó. De alguna u otra forma el gobierno de EEUU se encargaba de boicotearlas.
En 1999 murió un sargento de la Legión Extranjera que permaneció en Vietnam desde la derrota de Dien Bien Phu en 1954 de la cual fue partícipe. Era un alemán que había decidido quedarse, pero prueba la presencia de hombres blancos en el norte que terminaron muriendo de vejez.
En 1979 fue repatriado Bobby Garwood, un marine desertor que había logrado acercarle una carta a un sueco que visitaba Vietnam. Al principio los vietnamitas negaron su existencia, ante las pruebas cotundentes, lo admitieron sin más y lo entregaron.
Garwood fue juzgado por desertor pero a nadie se le ocurrió preguntarle si había visto norteamericanos cautivos. Sólo lo hizo un tiempo después un periodista que lo reporteó, admitiendo que sí los había visto. Quedó en nada. Los testimonios de vietnamitas y laosianos refugiados en Tailandia acerca de la presencia de cautivos fueron cuestionados y los testigos tratados como oportunistas que buscaban así ingresar a EEUU.
Lac, un chino que huyó de Vietnam y había sido encargado de una funeraria, habló ante un comité del Congreso de EEUU sobre una gran cantidad de restos de norteamericanos en un osario. Cuando en un momento largó la bomba de haber visto en 1979 norteamericanos con vida se pasó de inmediato a una reunión secreta sin acceso público. Nadie quería saber nada de prisioneros con vida. Había que explicar al pueblo de EEUU que durante 6 años nada se había hecho por traerlos de vuelta.
Los vietnamitas ante cada negociador que mandó EEUU entregó algunos conjuntos de huesos, en algunos casos lo que llegó a EEUU eran huesos vietnamitas, para la desesperación de viudas y parientes. Esos negociadores no eran enviados para resolver el problema de fondo, sino para dar una respuesta a los familiares que algo se hacía.
Tanto republicanos como demócratas decidieron matar a los desaparecidos, dándolos como bajas de combate a partir del año de su desaparición, medida apelada por los familiares. Vietnam es una palabra que para las generaciones contemporáneas a la guerra sigue causando escozor.
Hoy ante unas muy mejoradas relaciones entre EEUU, Laos y Vietnam, se renovaron las búsquedas pero de restos mortales, los que esperaron que su gobierno los rescate murieron esperando.
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