Era un frío 15 de diciembre de 1940 cuando el furgón ferroviario con los restos de Napoleón II, Rey de Roma, llegaba a la Estación del Este. Habían sido enviados por Hitler desde su antiguo sepulcro en Viena, un viejo anhelo de Napoleón III.
Napoleón II era hijo de Napoleón Bonaparte y la emperatriz María Luisa. Sólo vivió 21 años. Murió de tuberculosis.
Para diciembre de 1940 los franceses vivían una pesadilla. No sabían a que aferrarse. Ocupada Francia por los alemanes, el Mariscal Petain gobernaba desde una lejana Vichy, los ingleses al que algunos pensaban aliados mataba franceses en su ataque a la flota en Mers el-Kebir. A De Gaulle casi no lo conocía nadie.
La noticia de la llegada de los restos de Napoleón II convocó en Invalides a la monarquía francesa y a los bonapartistas de muchas partes de Francia. Los empleados ferroviarios de la Gare de l'Est poco sabían del suceso, les llamó la atención la guardia de soldados alemanes, pensaban que en ese feretro vendría algún notable alemán.
Se necesitaron 24 soldados alemanes para poner en la cureña el pesado féretro de bronce.
El cortejo avanzó por el bulevard de Strasbourg, Sebastopol, los muelles del Sena hasta llegar a Invalides. Ya en el patio de armas fue entregado a la Guardia Republicana quien lo introdujo en el recinto. El embajador alemán entregó los documentos al representante de Vichy, el almirante Darlan.
Al día siguiente se ofreció una misa a cargo de las máximas autoridades esclesiásticas de París. El feretro quedaría a la vista hasta 1970, cuando fue colocado en una fosa bajo el suelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario