Cuando arribaron los primeros Embraer 190 Cristina Fernández pidió que no hagan huelgas al pedo. Fue clara y fue hace poco. A horas de comenzado el operativo de mudanza operativa desde Aeroparque a Ezeiza, El Palomar y San Fernando, un puterío entre pilotos, los que deberían ser más responsables de todo el plantel, aunque no dejen de cumplir la misma misión que un colectivero o un chofer de micro, llevar mucha gente de un lado al otro, dilapidaron días y días de trabajo de muchas personas que desde hace tiempo llevan adelante esta movida por la reparación del Aeroparque, un aeropuerto en la ciudad, un lujo que pocas capitales tienen.
¿Alguien tiene idea de todo lo que hay que tener en cuenta para distribuir el tráfico aéreo de Aeroparque a tres puntos no acostumbrados? Ni los pasajeros que putean, ni los que miran el quilombo por la tele, menos que menos los periodistas, que en general no tienen idea de lo que informan. Tampoco cuanta gente intervino, laburando, haciendo el esfuerzo, ese del que habla siempre el garca como motivo de su bienestar.
Pero los pilotos sí. Aunque no hayan hecho nada salvo subirse al remise y poner el culo en el avión. Ellos más que el público en general saben de la necesidad de estar más que concentrados en estos días, por aproximaciones distintas, pistas no muy frecuentadas y porque se los pidió la Presidenta en la cara, cuando les trajo nuevos aviones para volar. En el Colón no se puede bailar por lo mal que quedó el piso, en Aerolíneas vuelan con la útlima tecnología.
Que no vuelen más, que les saquen la licencias, que el resto va a volar con bolsitas para la diarrea, los aristócratas del aire.
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