Imaginé un escenario, Argentina 2016, De Angeli en la presidencia. ¿Cómo? No jodamos, Argentina nos sorprende desde que nacimos. De la misma forma que la mayor densidad poblacional del país eligió al mamarracho de De Narvaez al compás del alica-alicate hace un año, un año. Pasó, puede volver a pasar. La pesadilla podía ser real.
Evita murió en el '52, en el '55 dieron el golpe. Perón murió en el '74, en el '76 dieron el golpe. En los dos casos hubo masas enormes de pueblo dolido llorando en las calles. No les alcanza con ver el dolor. Al contrario, los ceba. Pasó, puede volver a pasar.
Imaginé un 678 gorila, que se llamaba 911, haciendo informes y editando a Cristina Fernández en el 2008, en pleno discurso durante el golpe fallido de la 125, ordenando al Ministerio de Salud que se investigue los efectos del Glifosato, mezclado con imágenes de las huestes de pibes deformados que fueron paridos de acá al 2016.
¿Y De Angeli, en Cadena Nacional, que decía de esto en sus discursos en la pesadilla? Que el Senasa jamás lo había prohibido, que a los productores de soja nadie les dijo nada, que incluso esos productores eran también víctimas de ese veneno por haber estado expuestos mientras eran los únicos que trabajaban para la patria (los gorilas no aguantan que la marcha diga "el primer trabajador", raro, porque ellos se dicen los únicos).
Entonces esos productores, siendo ya víctimas de Monsanto y no DJs del crecimiento en sus comerciales o felices poseedores de un bidón de Round Up subiéndolo a la 4X4, recibían, por decreto de necesidad de urgencia con aprobación inmediata del Congreso, millonarias indemnizaciones.
El resto, los pocos que laburaban en sus campos y todos los que se cagaban de hambre alrededor, los rociados anónimos desde el aire, no accedían a este beneficio por no poseer ningún papel, ningún aporte previsional, ninguna ART, nada que certificara haber estado en campos sojeros, para probar que las espinas bífidas se debían al Glifosato.
Y fue justicia, justicia gorila, claro, la que no se termina de ir del Poder Judicial.
Luego de sacudir la cabeza pensé más claro:
Que los productores no sepan nada de los efectos del Glifosato se da de culo con el hecho que muchas veces a los que van a dar charlas sobre el tema en los pueblos, médicos, biólogos, especialistas, sean cagados a trompadas por patotas mandadas por sojeros.
Se puede seguir creciendo sin Glifosato. No es que no ganan sin usarlo, ganan más al hacerlo, es un tema de rinde y sin embargo es de vida o muerte. Para los productores en la codicia, para el banderillero menor de edad en la salud, para los batracios de la zona en una loca evolución en ranas de cinco patas y asexuadas en una sola generación, para los fetos de las embarazadas en saber a cuantos meses de vida llegarán.
Y claro que no es sólo el Glifosato. Son todos los chimichurris que se rocían en las frutas, las verduras, el resto de los cereales, lo que se le da de comer a las vacas. No estamos hablando de fábricas de muebles, lo que sale de ahí lo comemos.
Está claro que para el Estado hoy el dinero que entra por la soja es una buena parte del motor de la economía, pero en vez de herbicidas se debe usar la mano de obra que emigra sin cesar. ¿Que se necesita mucha gente para los mares de soja que existen donde alguna vez hubo árboles y monte? También se necesita para la construcción, la metalurgia, el comercio, todas las actividades crean empleo, menos el campo con la soja, que lo elimina con químicos y grandes máquinas agrícolas. Eso sí, matan la población alrededor, que con la filosofía de "a los negros hay que matarlos a todos", bajan de esta forma, en su estilo, el índice de desocupación. Es su aporte.
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