William Hague, ministro de asuntos exteriores de Gran Bretaña, en febrero del 2011 le decía a los medios que Khadafi estaba en Venezuela. Desde esa fecha hasta ahora murieron 70.000 y muchos más morirán hasta que Libia pueda tener otra vez la calidad de vida de la Jamahiriya. Ya tienen uranio empobrecido en su territorio y los futuros bebés libios por venir tendrán las mismas deformaciones que los de Irak, Balcanes, Afganistán, Palestina y El Líbano, sucesores de los que aún nacen deformes, los vietnamitas y el agente naranja.
A Khadafi lo lincharon en Sirte, ciudad que defendió y en la que Francia y Gran Bretaña probaron todo tipo de bombas. Dio la palabra de morir en Libia y así lo hizo. Palabra, lo que no tiene William Hague. Ahora va por Al Asad en Siria y sigue vendiendo pescado podrido.
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